viernes, 30 de noviembre de 2007

Mujer: eje del desarrollo sostenible

La mujer es tema central en el Estado Mundial de la Infancia 2007 y en el Estado de la Población Mundial 2006. El primero se titula: La mujer y la infancia: el doble dividendo de la igualdad de género; y el segundo: Las mujeres y la migración internacional.
¿Por qué la mujer es tema central en dos informes globales de gran envergadura?El Estado Mundial de la Infancia 1994 menciona que para solucionar el problema PPA (pobreza, crecimiento de la población, y presiones sobre el medio ambiente) es importante que las mujeres tengan acceso a educación pues de esta forma se retrasa el primer embarazo, se producen mayores espaciamientos entre los nacimientos y se tiene menor cantidad de hijos.
Así los niños están mejor nutridos, tienen mayor rendimiento escolar, y se enferman con menor frecuencia. En consecuencia, una población instruida está en capacidad de conservar el medio ambiente de la mejor forma.
La mujer, entonces, es eje del desarrollo sostenible en el mundo; sin embargo, se la sigue manteniendo al margen. En Situación de la mujer en el mundo, 2000 (Naciones Unidas), se afirma que “casi dos tercios de los 876 millones de analfabetos del mundo son mujeres, según estimaciones de la UNESCO” y que las mujeres continúan percibiendo menor remuneración que los hombres por igual trabajo desarrollado.
La pobreza sigue teniendo rostro de mujer. ¿Dónde queda entonces el principio de igualdad de derechos de hombres y mujeres establecido en la Carta de las Naciones Unidas? La respuesta es compleja.
Pero, ¿se debe buscar culpable? Definitivamente, no. La doctora Roxana Vásquez, en RPP (1999), afirmó que “no se trata de identificar en los sujetos ni en la abstracción: el hombre (...) la responsabilidad de las relaciones de subordinación. Yo creo que son los sistemas sociales los que educan, los que van determinando una serie de patrones (...)”. Afirmación con la que coincido plenamente y a lo cual acoto: el machismo atrapó no solo la mente de hombres, sino también de mujeres; perpetuándose y transmitiéndose de generación en generación, mediante instituciones socializadoras como la escuela y los medios de comunicación.
El trabajo de mejorar las condiciones de la mitad del rostro humano requiere de un esfuerzo conjunto, no solo por establecer políticas sociales favorables sino también –y acaso más importante que lo anterior– por desterrar la creencia de superioridad del hombre sobre la mujer.

El presente es un artículo de opinión que escribí y fue publicado en el Diario Oficial El Peruano, el 23 de agosto de 2007.
http://www.elperuano.com.pe/edc/2007/08/23/opi4.asp

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